domingo, 16 de mayo de 2010

El ser humano como rata


Somos como ratas corroyendo cualquier porquería de pensamiento, deambulando en antros escolares donde las luces robóticas son navajas asesinas del cerebro. Deleitándonos en las punzadas que revientan nuestros intestinos,  leyendo y divulgando las pócimas de lo frívolo.
                Las ratas escogen su alimento según pueda ingerirse, al parecer el humano al igual que ellas determina su régimen alimenticio intelectual según pueda ser fácil de digerir aquello que se le presente, es decir, se nutre de información chatarra; somos cucarachas sobreviviendo sin cabeza, protegiéndonos en botes de basura y buscando en las alcantarillas del estiércol filosofías ambiguas y aforismos de muerte.
                Nuestro pensamiento debe ser aristocrático, elitista, propio, no dejando que huecas sutilezas y argumentos violen la esencia de lo que creemos; esto en ninguna manera significa que no aceptemos la forma de pensar de otros o que nos delimitemos en un dogma, al contrario, con esto afirmamos la propia originalidad, convicción y fuerza, además, hacemos preeminente el amor a nuestras palabras: hemos de entender que nuestros pasos se hunden en la eternidad.
                No hablo de narcisismo, eso es de ratas y sanguijuelas chupasangre; afirmo la individualidad de nuestra identidad: “no copias”; la autonomía de nuestro arte, pasión y locura. No obstante, es imprescindible no haber sido influenciado, en tal sentido, dos pensadores colocan al hombre como determinado por sus impulsos inconscientes y  por su contexto histórico, social y económico. Sin embargo, la trascendencia subyace en nuestras manos, en cada línea de los dedos; las huellas digitales se ensoberbecen por ser únicas, de talante regio y porte insigne.
 Somos tú y yo, afiliados cada uno a sus respectivos motivos y razones pero no engañados por las corrientes de este siglo y por la moral cegadora ataviada de bondad, sino  que  somos ejercitados en la búsqueda de alimento verdadero para no morir de inanición, de colesterol al taparnos las arterias con manteca de ideas falaces que sobreabundan en la lengua venenosa del necrófilo. Tú y yo, capaces de redirigir el rumbo dialéctico de la historia; nosotros dos, la antítesis de lo que predomina en el universo puesto que en la sangre viva que circula en nuestras letras y acciones se encuentra la potencia de la síntesis libertadora de la episteme.

“El sabio que se limita a ‘cambiar’ volúmenes acaba por perder completamente la capacidad de pensar por sí mismo. Mientras no revuelva libros no piensa… despliega todas sus fuerzas, emplea todas sus energías en comentar, en discutir y criticar las ideas de los demás; él no tiene ideas… es un decadente… son como las cerillas, a las que es preciso frotar para que den luz, ‘ideas’.” (Nietzsche en Ecce Homo)

3 comentarios:

  1. Hay veces que creo no escaparme de las ratas... me pregunto cúantos no lo son realmente y cuántos lo seguirán siendo siempre :)

    Me encantó esta entrada, la música igual :D

    Ya me contacto contigo esta semana para el pequeño "proyecto"

    Saludos :D

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  2. El ser comienza su trastorno mental cuando encasilla su interés a la porquería de información a la cual tiene acceso sin ninguna restricción, es aquí donde caemos en la absorción de información que asimilamos, pero no criticamos, la falta de criterio en los seres, es creo lo que nos convierte en roedores de la sabiduría, no obstante, considero que la salvación de la sabiduría humana, esta en la exposición de filosofía para el vulgo, no hacer elitista la información para cambiar esa apatía al desafío que conlleva enfrentarte a la información filosófica. Bien tu escrito es muy bueno, me agrado la cita de Nietzsche, Amor Fati...

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  3. Exacto, la invitación va a que es necesario cultivar un pensamiento propio y no supeditarlo a las huecas filosofías que nos bombardean constantemente. Muchas veces cambiamos nuestro pensar y ser por discursos verosímiles...
    AMOR FATI

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