lunes, 2 de noviembre de 2009

Día de muertos...


2 de noviembre, día de muertos, no tengo lugar a donde ir, no puedo ir a visitarme a mí mismo y redescubrir mi agonía. El panteón no está en el monte sino en mi propia casa, mi epitafio dice “no existe nadie” y me pregunto cuándo dejé de existir.

Es irrelevante la flor silvestre que se tiende a la víspera de la tumba, nos reímos de la muerte en mi México querido sin entender que bajo nosotros se calcinan los sueños que algún día pudieron ser, sin comprender que ya no hay espíritu sino materia inerte que tarde o temprano llegará a formar anatómicamente parte en algún ente; y ese es nuestro ciclo: nacer, crecer, vivir soñando o soñar que vivimos una película en donde nuestros rostros son los protagonistas de la “libertad”.

No sé cuando dejé a mi cuerpo caminar solo en los bulevares que interconectan los ideales con la realidad, y cómo no alcancé a la cúspide del elixir que me hacía vivir eternamente en lo inverosímil y en los sueños cumplidos, morí. Cerré la vista por el compendio de azufre y estiércol que tiñe mi mundo en que nací. Morí porque nací a la realidad. Fallecí en el momento que intuí la complejidad de la mentalidad humana y discerní entre lo veraz y lo falaz. Dejé a mis pies deambular cuando volteé atrás y recordé que nadie iba conmigo.

¡Feliz día de muertos, queridos amigos!

lunes, 26 de octubre de 2009

Neurosis orquestal de la amistad


Los grilletes confabulan y elaboran un plan para hacer yacer mi personalidad en un tálamo de amargura insípida; desencadenarme de la celda de la realidad sería parecido a poder romper el aire con mis manos, porque no puedo canalizar la dirección del viento ni encauzar a mi favor la senda impetuosa del río que hambriento se lleva todo lo que está a su paso.
La reincidente monotonía que no doblega su voluntad se ha desfigurado en el precepto del espanto que atormenta mi esperanza: todos se largaron, todos se callaron, todos se mofaron, todos han dejado de existir… y precisamente es esa la razón de mi tristeza, que nadie está.
La voz de sus risas y la resonancia de sus ondas se iban propagando hasta que fueron acribilladas por el desinterés hacia el don que mi estima les daba, no pude hacer nada, mis pies perdieron el juego ascético contra las llagas que las rocas puntiagudas como agujas me picaban, esto es, las actitudes con que ellos respondían.
¿Dónde quedaste amigo con tu lealtad a mí? ¿Porqué diluiste el pacto adolescente en la dilatación del tiempo? Es este el vértice en el que se desprenden las rectas tangentes que cuartan con alevosía mi felicidad: sentirme solo. Obregón (y mis amigos) ya no está con su juventud nostálgica que pincelaba con oleadas de alegría mi faz corporal, sólo los vestigios de lo que llegó a ser un mar profundo, o sea, una extensión territorial de lagos que son como cuevas que ensombrecen la madurez al ser pisados, charquillos reflejo de cavernas que salpican en gemidos de asfixia cuando me sumerjo en el presente y mi alma queda aprisionada.
¿Has escuchado la hermosura de los sonidos que emite alguien ahogándose? ¿Has contemplado el arte del color azulado en los rostros estrangulados? Pues este arte neurótico es el logos de la asfixia de mi mente. La substancia; mi realidad oscura, la esencia; la soledad que adorna mi mirada, el accidente; las letras de mi nombre.

(Imágen tomada de danielfem7.deviantart.com/)

jueves, 15 de octubre de 2009

"Dean-Ken la mariposa"






Hace dos días la intuición con su resplandor me besó los corpúsculos con danzas incandescentes que levantaban polvaredas de sabiduría. Dean-ken la mariposa, hizo una escisión en los hemisferios cerebrales que deformaban mi gestalt, desprendiendo el corpus callosum que intercambiaba insuficiente Sofía a mi cerebro.
Entonces, así fue: el profesor delineó con su marcador verde la raya en el pintarrón, era un trazo impecable, sucesión de puntos en perfección con su tiempo y espacio. La línea, inverosímilmente pareció sangrar, por lo que el maestro dijo: “ al conocer la intuición, el conocimiento se adhiere a nuestra esencia como la línea al pintarron".
De la raya verde exhaló un fragante olor y una miríada de partículas rosas que penetraron excitantes cada sentido de mi cuerpo, eran miles y miles de incandescentes luces que brotaron en el salón en todas direcciones - rápidamente el aula se inundó de estos puntos luminosos, que a su vez, rebotaban agresivamente en las paredes-. Veíamos brincar de aquí y allá cada gesto luminiscente en todo el cuarto, pues en éste, explotaba una colorida bomba de átomos afrodisíacos.
Después de toda la fuente de polvo que emanó de la raya comencé a tener hambre, querer ahogarme del conocimiento y saciarme de la verdad, - estaba atónito por todas las luces y estrellas que emergieron de esa raya; me sentía tentado a romper los juicios fanáticos de las doctrinas humanas- de pronto, mi ensueño se desvaneció por la palabra del maestro: “No has aprendido... sólo tuviste una noción de lo que es el conocimiento”.
El profesor, sigilosamente se fue al fondo del salón sin decir nada más -nosotros, aletargados por la sustancia, lo seguíamos con la mirada -. El "filósofo mago" sujetó acentuadamente el marcador verde y gritó: "No es necesaria la palabra para aprender... sino la dirección y el sentido que brame el conocimiento”. En ese momento capté el nous, la palabra era un lenguaje artificial, en cambio, la intuición se desnudaba de los conceptos, por eso, el conocimiento no sólo era palabra sino toda una verdad que revela su sabiduría como a ella le parece.
"No es imprescindible sólo la palabra para aprender... sino la orientación y trayectoria que te grite el conocimiento”. El profesor disparó el marcador hacia el pintarrón y antes de estamparse se trasmutó en un proyectil multicolor que reprodujo una sucesión de ondas ultrasónicas. El vehemente misil estalló y manchó la pizarra de enormes dimensiones de color azul, así como de esencias de perfumes de alabastro; el resto de pintura emprendió la travesía por la barra del tablero, cada gota contenía una aureola dorada que comenzaba a destilarse hasta golpear en el suelo. En ese trance me sentí exaltado y ansioso por ingerir las chispas radiantes del saber, cuando de pronto, Dean-Ken se levantó de su escritorio y se echo al piso con la boca hacia la gotera de pintura que caía por la barra del tablero.
Cuando Dean-Ken tragó la "sustancia de la verdad" su figura sufrió una metamorfosis, sus brazos y piernas se convirtieron en patas gigantes y de sus omóplatos brotaron dos hermosas alas pinceladas de pigmentos amarillos y naranjas; sus orejas se mudaron en dos colosales filamentos semejantes a un par de antenas y su tórax se desfiguró por completo: Dean-Ken, nuestro compañero, mutó en una enorme mariposa que aleteaba violentamente, sus alas se movían tan impetuosas que los ventanales del aula fueron despedazados por la fuerza del aire que arrojaba, y fue tal la fuerza, que dentro del salón se originó un bello huracán que hizo que nos cubriéramos los ojos. Quedamos fascinados, pues Dean-Ken había comido del Saber.
Los alumnos nos abalanzamos hacia la gotera, pero al aproximarnos, Dean-Ken despegó su vuelo. Quebrando el techo lo vimos dirigirse hacia el cielo infinito dejando rastros de hilos luminosos y vestigios de tinta. Nuestro compañero se había ido para siempre, sin embargo, permanecimos observando su aura. El maestro se derramó en carcajadas por lo acababa de ocurrirnos, nos vio profundamente y declaró: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
Desde entonces no existe ninguna constitución de forma que distorsione contemplar el conocimiento, ni percepción que registre datos ni abstracción que germine conceptos, sino un nivel suprasensible dónde la telaraña de paradigmas fundamentados se deshace y se escurre entre los espacios vacíos de las manos. Sabía que el concepto es de nivel suprasensible, pero hasta ese entonces no había llegado a intuir la sublimidad de la idea, ustedes saben, el hermoso nous.




(Imágen añadida de Google.com)

jueves, 1 de octubre de 2009

Causalidad

"Veo mi alrededor, es un milagro, todo lo que puedo ver es consecuencia de fenómenos físicos, químicos y biológicos. Nada me parece casual, lo casual no constituye perfección, lo casual no aprende a ponerse en orden solo. En cambio, lo causal tuvo dirección. Toda ley fue implementada en un principio y el hombre se encarga de destapar los enigmas guardados que rigen el cosmos..."