martes, 18 de mayo de 2010

EL HÉROE DE MÍ MISMO



Decía Nietzsche que el espíritu humano pasa por tres transformaciones: el camello, el león y el niño. Sin darnos cuenta, muchas veces divagamos en diversas etapas de nuestro pensamiento y actitud que podrían resumirse como una travesía a un desconocido mundo en donde al discurrirlo en cada legua, de manera lenta o rápida, nuestra percepción de estar vivos va teniendo un legado metamórfico. Es entonces, que crecemos hacia una cúspide estratosférica o hacia el subterráneo de la nada.
Una  travesía podemos entenderla como aquella secuencia escalonada y estructurada que nos revela etapas de la vida, y a través de la cual, cada persona se encuentra terriblemente atrapada; esta analogía es natural en las personas, el estructuralista Joseph Campbell la nombra como “El viaje del héroe”, es decir, ese camino en el que cada uno pretende y siente ser el superhéroe de la historia.
Existe un cuento que puede servirnos como ejemplificación de esta estructura inconsciente que nos encierra, se llama “La excursión” de Sergi Pámies; esta historia representa alegóricamente las fases de nuestra realidad, veamos: el personaje tiene 13 años, espera con grandes ansias el día en que por fin pueda conocer el barranco del que siempre le han platicado; quiere comerse el mundo a puños, se siente grande, autónomo y único, por lo que comienza a experimentar  sus primeros indicios de libertad como “auténtica fiesta”; su padre, siempre ha sido visto por su hijo como un superhéroe. ¡Finalmente el día de ir al barranco llega! El mozo se sube al coche junto con su papá -puesto que es él quien manejará-. El camino de ida es sorprendente, el paisaje es asombroso y tentador para explorar, las charlas de padre a hijo son realmente divertidas hasta que… algo muy extraño sucede en el camino: se torna escarpado, árido, seco, peligroso y aburrido hasta lograr ser tan despreciable por sus tintes nostálgicos y confusos; las cosas cambian, al final de la excursión se regresan a casa pero, con la diferencia, de que el retorno se vuelve insoportable. No hay palabras, no hay plática, no hay comunicación. Después de un largo tiempo varan en una gasolinera en la que puede verse a una niña masticando chicle; regresan al punto de partida, la vida ahora es diferente, la relación con su padre no es la misma.
Para el estructuralista y psicoanalista Joseph Campbell las relaciones del personaje con toda su travesía existencial podrían ser, precisamente, los simbolismos esclarecedores de la realidad de cada hombre, es decir, el cuento de “La excursión” delata una estructura arquetípica en el ser humano no importando el tiempo y el espacio. Campbell es quirúrgico al demostrar que las personas fungen un papel que conciben heroico, propio y determinado; al comparar el cuento con la vida personal se descubren conexiones, por ejemplo: el personaje es el símbolo de nosotros mismos; la excursión: el inicio de la individualidad; el camino: nuestro propio hacer y discurrir en la vida; el paisaje árido y seco: el descubrimiento progresivo de la realidad; el barranco: la compleja realidad; el regreso: el anhelo y la decisión por volver a los orígenes; la imagen de la chica masticando goma: la ínfima responsabilidad  o el descuido que se tiene hacia la lo importante… y el relato sigue así... sucesivamente.
La concepción heroica y predeterminada hacia uno mismo evoca las fuerzas hacia un individualismo, pero ¿es racional y libre nuestro pensamiento o cae en el libertinaje? ¿Estamos tan ensimismados que no nos importa pisotear a los demás? Una vez más, Nietzsche concibe al espíritu humano como lleno de un potencial tan fuerte que es capaz de recrearnos, como un poder para ascender y arrebatar nuestra fatalidad, lo que nos pertenece. El camello es nuestro inicio: pesadas cargas que sobrellevamos, valores impuestos, enajenaciones, etcétera; el león es el nacimiento de la libertad, el anhelo por el individualismo; el niño, la inocencia para olvidar el pasado, y de este modo, permitir recrearnos para llevar al acto nuestra potencialidad como forjadores únicos de nuestra propia vida.
Las estructuras esbozan un psicoanálisis personal, nos dan pautas para comprender nuestra cosmovisión del caminar humano. De esta manera Joseph Campbell decía que el hombre posee arquetipos inconscientemente, y estos, lo impulsan a querer desprenderse de lo “efímero” para ir en busca de la historia personal, del propio cómic, del propio “destino”. En consecuencia, aunque no lo sepa, el hombre se empeña en emprender una búsqueda hacia su propio ser debido a que las personas se sienten con la responsabilidad de cumplir “su llamado”, “su misión” o “su destino”.
Esta percepción histórica de nuestro destino podría compararse entre dos pensadores: para Michel Foucault la historia es discontinua, es decir, somos presa de la realidad y mañana será la consecuencia de lo que suceda hoy, o sea, no necesariamente nos encaminamos hacia una sociedad más justa o hacia un fin comunista, pues todo depende de lo que se haga o deje de hacer en este momento. En cambio, muy resumidamente, Marx concibe la historia como una dialéctica materialista, que es de algún modo, mesiánica: la lucha de clases traerá una sociedad mejor en donde los medios de producción se colectivicen y finalmente se extermine el dinero para vivir justamente, es decir, la síntesis dialéctica será la mejor, o sea, el comunismo. Por lo tanto, en conclusión, podríamos decir que sin importar la concepción histórica que tengamos debemos estar conscientes que cada uno de nosotros tiene la potencia para lograr sus metas: todo es un proceso, una secuencia, mañana seremos el producto de nuestro esfuerzo. He aquí el arquetipo, el heroísmo con su protagonismo, nuestra película, nuestro éxito o fracaso: El héroe de mí mismo.

4 comentarios:

  1. La vida llena de trabas y sufrimientos, necesita de un héroe y pretender serlo, es por mucho la misión que debemos imponernos, salirnos del camino en cual nos conduce la sociedad, haciéndonos cargar tantos pesares que nos hace ir mas despacio en nuestro andar de la vida, es preciso romper los barrotes nos encarcelan, quizás no seamos superman, pero si tenemos poderes superiores a la fuerza del hombre de acero… tenemos nuestra razón, la cual es poderosísima que si es explotada nos adhiere mayores poderes que todo superhéroe de comics con ellos caeros en el camino que nos lleve a ser felices y plenos… esta genial tu ensayo, me agrado muchísimo, arriba Zaratustra… AMOR FATI
    SALUDOS

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  2. Seeh. En mi caso, lo pienso mucho, y suplanté la palabra héroe por Dios ò-ó

    Y así haha



    Saludos !

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  3. No conocía el cuento de la excursión
    Pero es que sí suele ser así verdad??

    Me alegra renacer...

    vivir...
    respirar...

    que nunca se nos olvide
    y si un día pasa
    recuérdamelo :D

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