El ente abstracto es real en el lenguaje, y a su vez, puede llevarse al acto material ya que su “potencia” no es sino el prescindir de su cualidad esencial que siempre es acto que repercute y coexiste con el pensamiento, esto es, el fenómeno mismo de llegar a ser. Aludiendo al cristianismo podría decirse que dichas sentencias se hacen claras en la traducción bíblica del evangelio de Juan cuando se cree por fe que: “‘... aquel Verbo (Logos) fue hecho carne’… Jesús encarna la verdad, porque Él es la verdad”*. Análogamente se hace viable que el lenguaje [Verbo-palabra] (compuesto de signo y sonido) se encarnó en una materialidad, es decir, lo metafísico se manifestó en lo físico de tal manera que se constituyó como una realidad tangible. Por lo tanto, algunos de nuestros pensamientos pueden transformarse hasta ser verdaderas consecuencias activas que delimiten nuestro alrededor.
*Neil T. Anderson - Victoria sobre la oscuridad
Interesante, sobretodo hablando de conceptos ontológicos que se vuelven tangibles, y qué mejor ejemplo que Jesús mismo.
ResponderEliminarHey gracias por pasarte a mi blog, sí, las cacofonías y los acentos son mis puntos débiles, en fin, felicidades por ser estudiante de filosofía, yo ando aspirando, en unas semanas sabré si quedé.
Saludos.
Míkel
Hola!
ResponderEliminarPermiteme presentarme soy Catherine, administradora de un directorio de blogs, visité tu blog y está genial,
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Catherine